Un llamado urgente para poner a la justicia al centro de la acción climática

agosto 12, 2021

Opinión de Carolina Zambrano-Barragán, Líder de Justicia Climática en Hivos

Me ha tomado algunos días digerir el último reporte sobre la Ciencia Física del Cambio Climático, publicado por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés). Las 42 páginas del Resumen para Tomadores de Decisión me llevaron por todas las fases del duelo: negación, ira, negociación, desesperanza… y ahora estoy transitando a la aceptación. Como madre de dos niños pequeños, como mujer, y como especialista en clima en Ecuador, mi duelo y mi aceptación sólo pueden convertirse en un llamado urgente a la acción. Un llamado a poner a la justicia al centro de la acción climática global y de la narrativa que utilizamos para discutirla.

El conocimiento más actualizado y la narrativa global

En su reporte de casi 4000 páginas, el IPCC concluye –nuevamente, pero ahora de manera inequívoca- que el cambio climático es real y que es causado por las actividades humanas. El panel también confirma que las últimas cuatro décadas han sido más calientes que todas las anteriores y que la crisis climática está ya impactando a todas las regiones del mundo. El reporte sin duda provee información esencial para políticos, profesionales y ciudadanos de todo el mundo, pero esta información no es nueva y no es suficiente. El documento del IPCC, por ejemplo, no menciona quiénes serán más afectados por la crisis climática, quiénes son los mayores contaminantes del mundo, y, lo que es aún más importante, qué debemos hacer para cambiarlo.

La transición hacia un desarrollo justo y compatible con el clima requiere que la comunidad global pase de confirmar y re-confirmar que los humanos causamos el cambio climático a discutir cuáles humanos, cuáles sistemas y cuáles actores son los responsables. Las actividades humanas provocan el cambio climático, pero no todos los humanos somos igualmente responsables. En el 2020, The Guardian reveló que 20 empresas de combustibles fósiles “pueden ser conectadas directamente con un tercio de todas las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en la era moderna”. Y, cuando nos referimos a las emisiones de GEI acumuladas entre 1975 y 2019 por país, Estados Unidos es responsable por un 25% de las emisiones históricas, la Unión Europea por 22% y China por 12.7% (Our World in Data 2020). Por último, si analizamos las emisiones de GEI per cápita (2019), es decir la huella de carbono promedio de una persona en un país, Australia, Estados Unidos y Canadá lideran la lista.

Emisiones de CO2 per cápita 2019

Fuente: Our World in Data 2020

La realidad es que hay un contraste claro entre los datos que muestran la responsabilidad histórica y aquellos relacionados con los impactos del cambio climático y la vulnerabilidad. Mientras que el reporte del IPCC concluye correctamente que todas las regiones del mundo están experimentando los efectos de la crisis climática, no todos los pueblos, grupos y países son – o se verán- afectados de la misma manera. La vulnerabilidad al cambio climático no solo está marcada por la exposición física a sus impactos. La vulnerabilidad, de acuerdo al IPCC, implica “una variedad de conceptos y elementos que incluyen la sensibilidad o susceptibilidad al daño y la falta de capacidad de responder y adaptarse”. En otras palabras, está determinada por factores socio-económicos y políticos, y, dada la inequidad y pobreza, es mucho mayor en el Sur Global.

 

Vulnerabilidad al Cambio Climático 2019

Fuente: Notre Dame Global Adaptation Initiative, 2021

 

Poniendo la justicia al centro de la acción climática global

 El cambio climático es, entonces, un asunto político, ético y social. Es resultado de un modelo de desarrollo insostenible que desestabiliza todo lo que nos sostiene y a lo que aspiramos… Un modelo que genera una distribución inequitativa de riqueza y poder en el mundo y a la vez exacerba esa inequidad al afectar de manera desproporcionada a aquellos que son menos responsables. Los pueblos y países con mayores niveles de pobreza e historias de opresión son aquellos que están pagando los costos más altos del cambio climático, a pesar de ser quienes menos han contribuido a la crisis.

El reporte del IPCC sobre la Ciencia Física será seguido por los reportes de los otros Grupos de Trabajo en adaptación y mitigación. Sin embargo, la narrativa, respuestas y titulares que generemos alrededor de esta primera contribución al AR6 del IPCC debe relacionar sus hallazgos con la vida de las personas, sus realidades y necesidades diversas, así como con su habilidad de hacer frente a la crisis climática. Para que el conocimiento científico más actualizado se transforme en acción individual y colectiva, debemos conectar con las personas y lo que significa esta crisis para ellas y facilitar su capacidad de actuar. Por ejemplo, podríamos analizar qué significan los resultados del reporte para una niña de 6 años que tendrá 35 en el 2050, como mi hija Maya, o para una mujer africana que ya enfrenta hambruna y sequía en 2021. Necesitamos opciones reales para que la gente real pueda hacer algo frente a la crisis climática, sea de manera individual o a través de acciones políticas y de movilización social.

Acción frente a la crisis climática

Entre las conclusiones claras del reporte del Grupo de Trabajo I del IPCC se destaca que para prevenir los escenarios catastróficos debemos transitar de manera inmediata a un desarrollo bajo en emisiones y resiliente. De acuerdo al reporte, el presupuesto de carbono restante para mantener el aumento de temperatura en alrededor de 1.5°C con respecto a 1850-1900 (escenario más seguro) es de 460 gigatoneladas de CO2, y de 1310 gigatoneladas para un aumento de 2°C. Limitar el calentamiento global y evitar sus peores impactos requiere que la humanidad disminuya a la mitad las emisiones globales de GEI en esta década y llegue a cero emisiones netas en 2050, seguido de niveles negativos de emisiones de CO2.

¿Qué podemos hacer entonces? A nivel personal, hay opciones obvias y conocidas: consumir menos, reducir los desechos, usar energía renovable, comer menos carne, y volar menos, para nombrar algunas. Pero esto no es suficiente. Los sistemas globales y las industrias deben transformarse para combatir la crisis. Desde la perspectiva de Hivos, hay cuatro pasos cruciales que podemos dar ahora para poner la justicia, la equidad, y los derechos humanos al centro de la acción climática:

  • Adoptar e implementar de manera urgente acuerdos, políticas y regulaciones que promuevan acción climática justa y lo suficientemente ambiciosa, a nivel local, nacional e internacional;
  • Casos emblemáticos de litigio climático deben sentar precedentes legales que catalicen cambios mayores en cómo las industrias que contaminan y los gobiernos que lo permiten se responsabilizan y toman acción frente al cambio climático;
  • Garantizar el acceso adecuado y mejorado por grupos prioritarios del Sur Global a financiamiento climático, tecnologías y mercados, incluyendo de fuentes públicas y privadas;
  • Amplificar nuevas narrativas de justicia climática, lideradas por voces y movimientos sociales del Sur, para inspirar el cambio de comportamiento en diferentes sociedades y apoyar el crecimiento del movimiento global de justicia climática.

Estos cuatro pilares de acción climática surgen desde -y responden a- las prioridades de quienes son impactados de manera desproporcionada por el cambio climático.

Alcanzar la justicia climática global requiere de una acción coordinada y colaborativa al más alto nivel y en todos los aspectos del desarrollo. Esto implica que las poblaciones vulnerables y de bajos ingresos que han sufrido por la extracción de recursos naturales y degradación ecosistémica en sus territorios- y que simultáneamente lideran la acción climática en sus comunidades- sean finalmente incluidas en la toma de decisiones y formulación de políticas, y que se beneficien de manera real del desarrollo económico sostenible. Ahora que no tenemos otra opción que transitar rápidamente a un desarrollo cero emisiones netas y resiliente al clima, asegurémonos que la sociedad civil local y los grupos prioritarios tengan un rol central como creadores, defensores y beneficiarios de las soluciones climáticas.