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Son las tres de la mañana, casi todo mundo duerme y no han ni siquiera empezado a pensar en las tareas del día, mucho menos en el agua, un recurso que muchos y muchas tomamos por sentado. Doña Ángela es la excepción. Ella ya está lista y en camino a Matagalpa, la ciudad más cercana, para comprar el cloro que necesita el sistema de agua de su comunidad para funcionar correctamente.
Aún a sus 71 años, ella aún recuerda el sueño de su madre de contar algún día con agua potable en casa. A pesar de que su mamá no vivió para ver este sueño convertido en realidad, Ángela está orgullosa del papel esencial que jugó para cumplirlo muchos años después. “El agua era tan escasa en mi comunidad, que la gente no creía que fuese posible tener un sistema de agua potable.”
En su comunidad de Seares, localizada cerca de Matagalpa, al norte de Nicaragua, era común vivir en una cultura dominante masculina. A pesar de eso, en 1987 Ángela fue nombrada coordinadora del proyecto de agua potable que le permite a su comunidad tener agua de buena calidad para el consumo humano. “Antes que yo asumiera, habían sido nombrados dos hombres como coordinadores, pero renunciarion porque decían que les tomaba demasiado tiempo”. La vida le había enseñado a esta madre soltera con cinco hijos que con voluntad y trabajo duro, cualquier cosa puede alcanzarse.
Antes de este proyecto, como parte de sus labores domésticas, muchas mujeres de Seares debían usar cisternas de agua o caminar largas distancias al río o a los pozos para conseguir agua potable. Habían muchos casos de diarrea, especialmente entre niños y niñas. Hoy, con acceso permanente a agua potable en los hogares, las enfermedades pueden ser prevenidas y la calidad de vida de las familias de la comunidad ha mejorado.
Caminando con un machete
Doña Ángela se describe a sí misma como una mujer de accion “…del tipo de persona que camina sosteniendo un machete”. Ella habla de su pasado con orgullo y reconoce que no ha sido fácil, pero que aún siente la energía que tenía a sus 30 y confiesa estar sorprendida de todo lo que ha alcanzado.
Ella cuenta que la parte más difícil fue obtener acceso a recursos acuiferos para poder hacer frente al crecimiento poblacional en el área. Para esto, tuvieron que negociar permisos con terratenientes de propiedades privadas para poder acceder a fuentes de agua en sus fincas e instalar tanques de almacenamiento y tuberías. “Las calles de Matagalpa quedaron hondas de todo lo que tuve que caminar para hacer negociaciones”, cuenta.
El trabajo de doña Ángela demuestra que la voluntad es esencial, pero es sólo el primer paso. El proceso que ella atravesó fue largo y duro. Los comités locales trabajan en representación de sus comunidades para recaudar fondos, manejar procesos con municipalidades, negociar con propietarios de tierras, crear la infraestructura necesaria para acceder a las fuentes de agua y mantener un esquema de recolección para asegurar el abastecimiento a largo plazo, constante, sin fugas. Así fue como Cosecha Azul entró en escena y dio a Ángela y a otras personas activistas el impulso final que necesitaban para ayudar a su comunidad.
Cosecha Azul
Con el apoyo del proyecto Cosecha Azul, la comunidad pudo financiar expansiones en el sistema e instalar mecanismos de cloración para mejorar la calidad del agua en el último año. El proyecto es coordinado e implementado por Catholic Relief Services (CRS) y también es parte de la plataforma SAFE, una alianza público-privada administrada por Hivos y co-financiada por el BID-FOMIN y 14 otras organizaciones.
Cosecha Azul ha trabajado en procesos de incidencia promoviendo la aprobación de ordenanzas municipales para proteger las zonas de recarga de agua; la organización también ha articulado relaciones entre diferentes actores incluyendo los comités de agua. La iniciativa ha apoyado estos comités a través de fondos, capacitación y legalización de estatus, lo cual les da mayor acceso a apoyo y financiamiento.
Desde sus inicios en julio del 2015, el proyecto ha:
- Apoyado la adopción de prácticas de conservación de agua y suelos por parte de más de dos mil productores y productoras en regiones de Nicaragua, Honduras y El Salvador, algo que ha aumentado la productividad en un 120%.
- También ha colaborado con más de 1,500 actores y actoras locales, mejorando el manejo sostenible de 3,900 hectáreas de café y de fuentes de agua localizadas en más de 40 mil hectáreas.
- Se han implementado mejoras en el uso eficiente del agua en 685 beneficios de café, con un ahorro estimado de 3.6 millones de litros de agua.
- La mejora de 50 sistemas locales de agua, en conjunto con la implementación de prácticas más eficientes y diversas acciones de incidencia, han resultado en la mejora de la calidad de vida de más de 40 mil personas en las áreas de intervención del proyecto, como por ejemplo, Seares.
Poder al agua, poder a las mujeres
Ángela sabe leer y escribir. No estudió más que la escuela primaria, pero cree que sus padres le enseñaron las mejores lecciones: desarrollar buenas relaciones con la gente y hacer servicio comunitario. Ella habla del futuro de otras mujeres con el mismo entusiasmo como si se tratara de sí misma. En su comunidad, es normal hoy que las mujeres estudien y que incluso vayan a la universidad. Proyectos como Cosecha Azul incluyen a las mujeres en sus capacitaciones, incluso en áreas técnicas. Para Ángela, este es un progreso enorme, “a pesar de que aún existe machismo, las mujeres y las niñas están mucho más empoderadas”, dice.
A través de las escuelas de campo, el proyecto provee capacitaciones en prácticas de agricultura inteligente, las cuales apuntan a aumentar la filtración de agua en la tierra y reducir la contaminación, no sólo aumentando la producitividad de la finca y reduciendo los costos, sino también asegurando la disponibilidad del agua potable para consumo doméstico. Algunas de estas prácticas incluyen optimización de la cubierta vegetal, manejo de sombras, terrazas, cercos vivos y reutilización del agua residual para el procesamiento del café. En vez de tirar el agua contaminada al río, se trata y se reusa para irrigación, para fertilizantes orgánicos y para la producción de biogas, un combustible alternativo que puede ser utilizado para cocinar y es más limpio y más seguro que las cocinas tradicionales.
La mayoría de personas socias de Cosecha Azul son mujeres productoras que aprovechan sus fincas para poder mantener a sus hijos e hijas. En el caso de Ángela, ha diversificado sus 12 acres de tierra que le heredó su papá. Además, ella logró ahorrar suficiente dinero para comprar una casa, cosiendo ropa y vendiendo productos de su finca. Ahora, también apoyada por CRS, es parte del grupo de ahorro de su comunidad.
A medida que se hace de noche después de un largo día de trabajo, doña Ángela vuelve a su casa con ayuda de un bastón para poder atravesar pendientes muy empinadas – un recordatorio diario de que su camino nunca ha sido y probablemente nunca será fácil. Así como ella siguió los pasos de su madre, espera haber inculcado los mismos valores de trabajo y servicio comunitario en sus hijos e hijas, nietos y nietas y sueña con seguir despertando la conciencia de su comunidad para que otras personas continúen con su trabajo.