Proyecto VIH Costa Rica: Un antes y un después en la prevención y atención al VIH

julio 29, 2021

Por: Gabriela Rodríguez

Poblaciones más informadas y empoderadas, personal de instituciones sensibilizado y un camino hacia la sostenibilidad económica. Con estos y otros importantes logros concluye la segunda fase del Proyecto VIH Costa Rica, una experiencia pionera para mejorar la calidad de vida de mujeres trans, hombres que tienen sexo con hombres y personas con VIH

Mario quiere resumir muchos de los logros y retos que se han dado en Costa Rica desde que el Proyecto VIH echó a andar en el 2015… pero es difícil resumir cuando hay tanto que contar. “Es porque todo esto me pasa por el cuerpo, es gratificante pensar que lo que uno hace ya lo tiene uno acá metido”, dice mientras se toca el corazón. “Es un compromiso”.

La pasión de este joven sociólogo encargado del monitoreo y evaluación en la Asociación Demográfica Costarricense (ADC), se une al compromiso de Rosibel en la Asociación Esperanza Viva (ASEV) y a la fuerza de Dayana, de la organización Transvida. Su labor incansable, así como de quienes trabajan y apoyan en las organizaciones que representan, ha sido fundamental para el Proyecto VIH Costa Rica, que después de tres años concluye una segunda fase con muchos logros y una visión nueva y holística para abordar el tema del VIH.

 

Es porque todo esto me pasa por el cuerpo, es gratificante pensar que lo que uno hace ya lo tiene uno acá metido”, dice mientras se toca el corazón. “Es un compromiso.

El proyecto logró articular la labor comprometida de estas tres organizaciones subreceptoras con la de instituciones públicas que atienden a la población y que, a lo largo de estos años, han logrado cambios importantes en sus enfoques y en la atención. También se logró caminar hacia la sostenibilidad, incluyendo la financiera, a través de un acuerdo con la Junta de Protección (JPS), que por ley tiene la obligación de apoyar a diferentes proyectos de bien social, incluyendo la prevención del VIH.

El camino no ha sido fácil, pero sí ha dejado una huella importante y un modelo de trabajo que podría ser replicado en un futuro por otras iniciativas.

“En Costa Rica se hablaba de VIH pero sin un enfoque en las poblaciones donde está más concentrada la epidemia. En 2015 es cuando se trabaja más contundentemente con mujeres trans y hombres que tienen sexo con hombres (HSH), pues los datos demuestran que es la población con mayor prevalencia de VIH”, explica Laura Sánchez, directora del proyecto, que es financiado por el Fondo Mundial de Lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria y ejecutado por HIVOS.  “Tradicionalmente estas poblaciones han sido discriminadas y excluidas, tanto que incluso evitaban acercarse a los servicios de salud. Esto hizo indispensable trabajar desde un enfoque de derechos humanos que busca asegurar todos los derechos para todas las poblaciones”, agrega Sánchez.

Así, el Proyecto VIH implementa un Modelo de Prevención Combinada (MPC) que, como su nombre lo dice, combina los aportes de varios sectores de la sociedad. “Los datos del proyecto evidencian que la población meta acude a las organizaciones porque tal vez ahí sienten la intimidad que no sienten en los centros de salud. Así, el trabajo de las organizaciones se combina con la atención que debe brindar el país”, explica Mario.

El concepto de Prevención Combinada plantea que para prevenir el VIH lo que se necesita es combinar estrategias. Por eso se ha trabajado tanto en la educación para el cambio de comportamiento, la entrega de condones y lubricantes, la oferta de la prueba de VIH así como la búsqueda de cambios estructurales en el entorno social, legal y político. Laura es contundente: “Nada hacemos si no logramos un cambio social, en las leyes y actitudes. Solo si eliminamos el estigma y discriminación vamos a lograr que las personas accedan 100 por ciento a los servicios”.

Nuevos enfoques de atención

Alejandra Acuña, Viceministra de Salud, ha sido una aliada del proyecto desde el día uno. Para ella, el tipo de atención que promueve el MPC garantiza la sostenibilidad en el tiempo. “Se volvieron los ojos a las organizaciones de la sociedad civil y a la labor que desarrollan desde su trabajo de calle, de pares. Las organizaciones empezaron a plantear sus necesidades, se crearon iniciativas y se apoyó la generación de incidencia política”, explica.

“Antes de que el proyecto iniciara, éramos un cero a la izquierda, basura de la sociedad. En las instituciones nos tocaba escuchar a grito pelado el nombre de hombre”, cuenta Tiffany, una mujer trans beneficiada con el trabajo que realiza Transvida, una de las organizaciones subreceptoras. “Ahora que tenemos el documento con nuestro nombre a muchas personas en las instituciones les incomoda. Pero no importa, porque estamos en control debido, porque ya no nos da miedo ser señaladas o que nos den por menos”, agrega.


El proyecto no solo empoderó a las poblaciones sino que también vino a posicionar y fortalecer a las organizaciones, pues en algunos casos los recursos eran muy limitados. Algunas incluso no tenían un espacio físico y con el proyecto tuvieron  posibilidad de alquilar un local y adquirir mobiliario para atención . Estos lugares se han convertido en espacios seguros donde las poblaciones pueden hacer consultas, asistir a charlas o talleres y, tal vez, el único lugar donde pueden encontrarse con sus pares y conversar sobre temas comunes.

Desde las organizaciones, además, se da el puente hacia una atención institucional que tal vez muchas personas nunca habían recibido. Esta articulación entre organizaciones e instituciones se convierte en un pilar fundamental del Proyecto VIH Costa Rica.

“Las organizaciones  hacen una labor muy valiosa de captar a la población que no llega a los servicios por cuenta propia. Las clínicas no van a llegar a la zona roja (donde se ejerce el comercio sexual), pero Transvida sí. Las organizaciones sí hacen ese trabajo de pares para generar esa confianza con la población, y una vez que hay confianza, vincularlas con los servicios de las instituciones”, explica la directora del proyecto.

“El hecho de tener organizaciones receptoras consolidadas, con personal que puede acompañar a la población meta a hacer trámites en instituciones es un logro increíble. Porque antes, acercarse a una institución era una cuestión de terror”, comenta Millaray Villalobos, antropóloga que labora en la Dirección General de Migración y Extranjería (DGME).  Ella ha sido testiga de cómo los y las funcionarias han ido cambiando su percepción hacia la población y el trato ha variado a través de charlas y talleres de sensibilización impartidos por el Proyecto VIH Costa Rica. Para ella es muy importante que quienes atiendan en las ventanillas conozcan la triple o cuádruple discriminación que viven muchas de las poblaciones que atiende el proyecto.

“Antes era difícil que una mujer trans terminara un trámite en Migración, no es fácil y los costos son altos. Ahora ellas saben que hay alguien que las va a atender con respeto y dignidad, es un cambio muy grande”, sostiene esta antropóloga.

Parte importante del Modelo de Prevención Combinada, es el trabajo conjunto entre organizaciones e instituciones, por lo cual de todo este proceso han participado instituciones que brindan servicios complementarios a las poblaciones, como  el Instituto de Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA) que ve el tema de las adicciones, el Ministerio de Justicia y Paz, el Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU) o el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS).

Para Lezahairam Thomas , enfermera del IAFA, el trabajo articulado que se ha logrado entre organizaciones e instituciones es una de las principales lecciones aprendidas. “Que una organización pueda vernos como aliados y nosotros a ellas, es esencial. Conocerlas y el trabajo que hacen es básico. Con Transvida, por ejemplo, hemos tenido chicas que han requerido internamiento, y el estar nosotros sensibilizados nos ha permitido darles un mejor tratamiento”, afirma.

Otro paso importante ha sido la ampliación de los servicios de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS). “Antes solo había una clínica de VIH, la Moreno Cañas. Ahora tenemos cinco clínicas. Antes teníamos 19 laboratorios para hacer pruebas, ahora hay 104. Por supuesto que tenemos el desafío de avanzar hacia pruebas más expeditas y en más lugares, pero son avances hacia la sostenibilidad”, apunta la Viceministra de Salud.

Al inicio del proyecto hubo resistencia desde las instituciones hacia el trabajo que hacían las organizaciones. “Algunos funcionarios pensaban que la atención de VIH debía ser manejada solo por profesionales de salud. Esa resistencia no se ha eliminado al 100%, pero se ha trabajado”, comenta Mario.

Al respecto, Dayana Hernández, co-fundadora de Transvida, considera que la deuda a nivel institucional es aun grande, por estigma, discriminación o incluso ignorancia. “No somos validadas, porque no somos universitarias, pero el expertisse lo tenemos. Nos hemos sentado con gente que tiene títulos y que no sabe cómo tratar a la población. El reto es que nos vean a nosotras como profesionales”, afirma.

Rosibel Zúñiga, Directora Ejecutiva de la Asociación Esperanza Viva (ASEV), reconoce la importancia de los avances que han hecho las instituciones en la atención integral, pues la población con VIH es muy diversa y requiere atenciones específicas. “Emerge no solo la población LGBTIQ+, sino mujeres cisgénero, heterosexuales, personas con discapacidad, personas que requieren de hormonizaciones”, detalla.

De este modo, hay clínicas que cuentan con equipos interdisciplinarios compuestos por nutricionistas, psicólogos e infectólogos, sin embargo, no es algo que está estandarizado. “Es parte de las cosas que hay que ir mejorando pensando en modelos de atención para diferentes poblaciones”, agrega Zúñiga.

Logros de un proyecto que brilla con luz propia

“Fue un boom que las personas pudieran acercarse a las clínicas, realizarse exámenes, recibir consejería y estar en controles médicos. Antes del proyecto eso no existía, la persona tenía que estar asegurada para recibir esa atención”, cuenta Danny Carmona, quien es educador en ASEV. Danny ha sido parte de la población que ha vivido el proceso de mejora en la atención, a través del Modelo de Prevención Combinada.

“Buscando apoyo para la aceptación de mi diagnóstico fue que llegué a ASEV. No solo me dio trabajo sino que, a través del proyecto, he tenido formación en derechos humanos, más conocimiento y sensibilización hacia la población con la que trabajo, tomando en cuenta que yo soy persona con diagnóstico desde hace cinco años”, explica.


“El nombre, que podemos presentarnos con nombre y foto”, dice Tiffany, refiriéndose a lo que ella considera como uno de los principales logros que la población trans ha conseguido en estos años, en los que el proyecto ha estado en marcha… Y continúa: “Tener seguro, no tener que esperar a que sobre medicamento como se hacía antes, porque ahora hay un control, ya no existe una fila separada. Son logros grandes. A mucha gente no le importa, pero a uno, como comunidad trans, son cosas que dan fuerza para seguir trabajando”, asegura.

Ella también ha visto como algo muy positivo que el proyecto lograra unificar esfuerzos de las organizaciones. “Eso de que hombres trans por acá, mujeres trans por allá, hombres gays… esas diferencias no ayudan. Trabajar unitariamente es lo que va a llevarnos a avanzar, esto es lo que se debía haber hecho desde un principio”, opina.

Danny es del criterio que sí hay un antes y después en la calidad de vida de la población. “El proyecto me vino a dejar libertad: de expresarme, de ser quién soy yo, cómo vivo, cómo me expreso, de darme a conocer en otros espacios. La posibilidad de acercarme a instituciones públicas y decirles: ‘mirá, esto no es así´. Aún hay mucho camino por recorrer para que se cumplan los derechos de la población trans, HSH, LGBTIQ+, pero sí hay una mejoría en la atención”, considera.

Para Mario, uno de los logros más importantes es que “el país está empezando a despertar a nivel institucional, en cuanto a que la atención del VIH debe ser una cuestión prioritaria y no algo de una población pequeña. Es parte de la atención de salud que todas las personas deben recibir”.  Educar sigue siendo un punto muy importante que no debe dejarse de lado.

“Este es un proyecto único en América Latina y no sé si en el mundo. Es un proyecto estrella”, afirma la Viceministra de Salud, quien tiene muchos años involucrada con este tema. Para ella se ha logrado el hito de construir y sostener un proyecto que ha mejorado la respuesta principalmente al tema de disminuir la mortalidad, el estigma y la discriminación.

“Este es un proyecto único en América Latina y no sé si en el mundo. Es un proyecto estrella”

No dejo de soñar que las poblaciones lleguen a los servicios de salud, se les hagan las pruebas y se les den los insumos para prevención, sin estigma y discriminación. Quisiera ver toda la apertura en los servicios de salud de la CCSS y que la prevención combinada no sea solo en 5 o 6 clínicas sino que trascienda a toda la institucionalidad, con información clara. Y que las organizaciones no dejen de dar atención y esa incidencia política que requerimos, porque esa incidencia es importante. La contraparte del estado son las organizaciones”, concluye.

 


 

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