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Una taza de café representa mucho más que una bebida que acompaña el despertar de muchas productoras y productores de café de América Latina. Para estas personas, es la materialización de arduo trabajo, dedicación y sacrificio. Tuve la oportunidad de adentrarme en los cafetales de Andes, Colombia, y dialogar con personas beneficiarias del proyecto Farmerlink de nuestra Plataforma SAFE, iniciativa que co-coordinamos desde Hivos. A través de la préstamos, planes de manejo individuales y acompañamiento técnico, han logrado sacar mayor provecho a sus fincas y crecer. Estas son algunas de sus historias.
Lina María Vélez y Oscar Alejandro Echeverrí
En Risaralda, me encontré a Lina y Oscar, quienes manejan la finca de un productor que ya no vive en la zona. Sus sonrisas contagiosas adornaban sus caras mientras me contaban sobre sus experiencias cuidando una finca ajena y las propias. Han recurrido a la siembra de otros cultivos para acompañar la producción cafetalera, generando ingresos más permanentes a lo largo del año. A media entrevista, regresaron su hijo e hija de la escuela, quienes invadieron el lugar con la alegría característica de niños y niñas que disfrutan de su pequeño paraíso terrenal. Oscar y Lina esperan que los beneficios que reciben productores y productoras por medio de la cooperativa se sigan ofreciendo por muchos años más, con la esperanza de que su hija e hijo puedan recibir el patrocinio cooperativo para costear sus estudios universitarios. Terminamos la visita con Oscar trepado en un palo de zapote, seleccionando las mejores frutas para continuar nuestra conversación sobre similitudes y diferencias entre la alimentación costarricense y la colombiana.
Francisco Gabriel Quirós
La hija de don Francisco era la que ayudaba con el registro de información en la finca. Recientemente, ella empezó a trabajar en una escuela, dejando a su madre y padre con toda la responsabilidad del manejo de la finca. Rescatan que el acompañamiento que se ha brindado mediante el proyecto les ha permitido conocer mejor cómo llevar los registros necesarios para entender realmente las mejores prácticas para el cultivo del café. Don Francisco se siente orgulloso de ser caficultor y ver crecer a su finca a la par de su familia. Este año, él estrenó una secadora de café que logró construir gracias a un préstamo del proyecto.
Omar Álvarez
Desde que se asoció a la Cooperativa DeLosAndes hace cinco años, ha logrado implementar un tratamiento de aguas mieles, mejorar las distancias entre las matas, y llevar un mejor registro de sus gastos. Los servicios que ha prestado la cooperativa a través del proyecto, han impulsado a que siga buscando maneras de poder mejorar la vida de su familia por medio del cultivo de café. Siguiendo los pasos de su padre, Omar ha dedicado toda su vida a la producción de café. Su finca, llamada “La Ilusión”, es un caso ejemplar sobre cómo vivir plenamente de la producción de este grano. Una ilusión que tiene Omar es lograr que las siguientes generaciones sigan enamorados de café.
Un futuro incierto
En todas las visitas logré conocer a personas amables, con experiencias que resaltan los retos y beneficios de vivir del café. Sin excepción, me sirvieron comida y café en cada hogar, incluso me ofrecieron hospedaje en sus casas durante futuras visitas. No obstante, esta agradable visita me dejó con una sensación de temor. El cambio climático, el alto promedio de edad de las personas asociadas al cultivo de café y la inestabilidad de los precios de mercado de este grano son algunos factores que están afectando las vidas de productoras y productores de café. El futuro es incierto para estas personas. Por esto, en este día internacional del café y todos los días, es importante apoyar proyectos como las de la Plataforma SAFE, iniciativas que buscan mejorar las condiciones de vida de estar personas. De esta forma, podemos permitir que en unas décadas podamos seguir iniciando nuestros días con una deliciosa taza de café.