La crisis del COVID-19 nos enfrenta a todas y todos rápidamente con riesgos sanitarios, cambios sociales y una rutina diaria desarraigada. Estos nuevos desafíos no deben detenernos en la labor de garantizar que las autoridades actúen de manera equitativa cuando se trata de medidas de crisis económica, sanitaria y de seguridad alimentaria.
Por nuestros años de experiencia, sabemos que las comunidades más vulnerables son las que en particular sufren más en tiempos de crisis, ya que las desigualdades y la discriminación empeoran. Ejemplos de esto son las comunidades LGBT que no tienen acceso a los sistemas de salud y mujeres que viven en desigualdad de derechos y, por lo tanto, son mal pagadas. Estas poblaciones no pueden permitirse faltar a trabajar y por lo tanto corren riesgos adicionales.
También vemos una preocupante tendencia mundial en cuanto a legislaciones que restringen las libertades de la sociedad civil. El surgimiento de la pandemia del COVID-19 podría reprimir aún más las voces críticas. Conforme las regiones y los países se aíslan, la atención mundial por los derechos humanos disminuye. Los gobiernos se ven tentados a usar esta crisis sanitaria para aumentar el control que ejercen sobre la sociedad civil, al mismo tiempo que aumentan su poder.
Por eso, ahora más que nunca, debemos confiar en la solidaridad, tanto nacional como internacional. Mientras que los países de altos ingresos invierten miles de millones en sus economías, otros simplemente no pueden. Hivos se compromete a hacer un llamado a estos gobiernos para que aumenten sus inversiones en los países de ingresos bajos y medios, donde las personas más pobres y vulnerables serán las más afectadas por los efectos del virus.
Esta crisis muestra lo mucho que dependemos unos de otros. No debemos permitir que esta crisis alimente el aislamiento. La única salida a largo plazo debe ser una solución global. Eso significa continuar construyendo una sociedad abierta y verde. Una sociedad donde la ciudadanía pueda confiar en la información independiente, donde las personas vulnerables reciban apoyo y donde nadie descuide su trabajo para garantizar un compromiso global con los ODS.
Una sociedad civil vibrante es esencial en tiempos de crisis.