En diciembre del 2015 tuve la oportunidad de presenciar uno de los momentos más sublimes de mi vida: 195 países negociaron para finalmente llegar a un acuerdo climático durante la COP21. De pie, al final de la sala donde se llevaban a cabo las negociaciones, fui testigo del inicio del cierre de las reuniones técnicas y sentí que el acuerdo era posible, que el camino hacia otro mundo – un mundo sin combustibles fósiles- se estaba trazando.
Una semana después, a miles de kilómetros de distancia y luego de terminar una inspiradora reunión con mi equipo global de energía renovable recibí la noticia: el acuerdo se había firmado.
El acuerdo de París no es perfecto, pero es sin duda un gran logro histórico. El mundo se puso finalmente de acuerdo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a máximo 2 grados -con la ambición de 1.5- por encima de los niveles pre-industriales y así evitar los efectos adversos del cambio climático. Y lo hizo a partir de contribuciones nacionales, reconociendo responsabilidades históricas y con metas globales de financiamiento tanto para la mitigación y la adaptación.
La ambición puede todavía crecer, pero para mí lo importante es que el acuerdo se dio y ha sido ratificado por gran parte de sus signatarios. Eso es lo que al día de hoy sigo celebrando.
Hace un año reinaba un ambiente muy positivo sobre el potencial que tenía el acuerdo y las posibilidades se mostraban más claras para avanzar hacia nuestro sueño en Hivos de construir una sociedad verde en América Latina.
Hoy el futuro de este acuerdo es menos claro y las noticias que llegan de algunas partes del mundo no son para nada alentadoras. Como organizaciones de la sociedad civil nuestro llamado es a defender y cuidar estos acuerdos y asegurarnos de que nadie quede atrás, ni la gente, ni el planeta.
Mientras nuestra responsabilidad crece, nuestro espacio para actuar disminuye en varios países de América Latina. ¿Cómo seguir trabajando por un mundo libre, justo y sostenible en este contexto?
Para mí, la respuesta como siempre es creer en el poder de las personas. Es tener cada día más convicción de que somos capaces de crear y co-crear nuestro propio desarrollo. Es reconocer nuestro poder para actuar demandando políticas justas e inclusivas, así como proponiendo nuevos modelos para hacer las cosas.
Las personas juntas somos más poderosas: Eso es algo que hoy más que nunca debemos recordar.
Fotografía: U.S. Department of State from United States [Public domain], via Wikimedia Commons