Cuando hablamos de energía tendemos a pensar en cables, megawatts e ingeniería. Pero la energía es algo más simple y vital que eso. Según el Diccionario de Uso de la Lengua Española compilado por María Moliner, energía significa “capacidad mayor o menor de alguien o algo para realizar un trabajo o esfuerzo o producir un efecto”.
Gracias a la energía nos desplazamos, cocinamos y nos comunicamos. Por eso no es raro que la historia occidental esté estratificada y divida según hitos marcados por las distintas formas de producir energía: desde el descubrimiento de los beneficios del fuego o la rueda, pasando por la invención de la máquina de vapor y la revolución industrial hasta nuestros días, definidos por la era digital.
Pero ¿qué nos cuenta la historia del papel que han jugado las mujeres en el uso y provisión de energía? Prácticamente nada. Sin embargo, mi trabajo sobre energía renovable me ha llevado a recorrer planicies y montañas del campo de Centroamérica donde viven miles y miles de mujeres. Si hay algo que me ha quedado claro en estos últimos cinco años de experiencias, historias y aprendizajes es que si las mujeres dejan de trabajar por un día, la energía también se detiene.
Foto: Melina Campos / Hivos
El fuego
En agosto de 2015 viajé por varias zonas de Honduras. El objetivo era conocer la experiencia de las mujeres rurales a partir del uso que hacen de las cocinas mejoradas de leña para implementar con ellas un posible proyecto de certificación. El proyecto al final no se dió, pero la historia y la vivencia se quedaron en mi corazón.
Fuimos a la Esperanza, tierra del pueblo Maya Lenca, a Siguatepeque y a varios pueblos en el valle del Zamorano. Fuimos a las montañas de Santa Ana, en las afueras de Tegucigalpa, donde la energía se produce con el viento y donde la energía eléctrica pasa frente a las casas pero no entra en ellas. Todos estos lugares eran diferentes y en todos las mujeres nos contaron una versión distinta de exactamente la misma historia.
Ellas se levantan a las cuatro de la mañana, más o menos una hora antes de que salga el sol y lo primero que hacen es encender el fuego. Su día se va desarrollando a la par de este fuego encendido con leña-ya sea comprada o recolectada en los alrededores-que les traen sus parejas o sus hijos.
Las mujeres hacen café, y les preparan a sus parejas e hijos el desayuno para que se lo coman en el campo. Luego preparan el almuerzo y el café de la tarde. Ellas cocinan tortillas y frijoles. Preparan guisos. Entre comida y comida ellas lavan ropa a mano y cuidan a sus hijos. Lo último que hacen en el día es apagar el fuego. Cuando todo está oscuro, cerca de las 6 pm como es usual en el trópico, ellas dedican unas dos horas máximo a descansar.
Foto: José Pablo Porras / Hivos
¿Qué pasaría si ellas hoy decidieran parar?
Casi todas estas mujeres hoy cocinan con formas más eficientes de energía, gracias a las cocinas mejoradas de leña, lo cual ha traído beneficios económicos y también para su salud. Estos programas evitan la deforestación y ahorran muchas emisiones de CO2. Pero sobre todo estos programas representan una ganancia para las mujeres en términos de tiempo. Nuestra tarea es que también sirvan como plataforma para que las mujeres puedan cambiar no solo su condición, sino que también su posición en la sociedad.
¿Qué pasaría si estas mujeres, al igual que nosotras hoy decidieran parar? Habrían miles de fuegos en el mundo apagados, millones de personas sin café, sin tortillas, ni frijoles para llevar al campo. También habría por primera vez un día libre para ellas.
Y es que si paran las mujeres, para sus familias, también para la energía: No hay de otra. Muchas personas me preguntan, ¿qué tienen que ver las mujeres con la energía? Estas hermosas y valientes mujeres, paradas a la par de sus cocinas -de sus fuegos-, me demostraron que tienen todo que ver.
Ellas me enseñaron que no podemos hablar de energía sin hablar de mujeres y que no podemos hablar del paro de mujeres, sin pensar que pasaría con la energía si de verdad, todas, pero todas pudiéramos parar el día de hoy.
Paran las mujeres, para la energía, para el mundo. Y entre muchas otras es por ellas por quienes yo marcho hoy, para que a través de la energía renovable ellas puedan obtener una capacidad mayor para realizar un trabajo o esfuerzo y sobre todo producir un efecto en todos los aspectos de sus vidas.