Ser una persona con discapacidad en una zona rural en Centroamérica es difícil cuando el entorno no es accesible. Si además se es mujer indígena, esto puede significar una vida de privaciones y pocas oportunidades.
Floridalma Bocel Raxtun ha vivido con todos estos obstáculos, pero gracias a sus deseos de superación, su vida dio un giro. Procedente de una aldea a orillas del lago de Atitlán, en Guatemala, nació con espina bífida, una enfermedad que sobreviene cuando la columna vertebral y la médula espinal no se forman correctamente. Ella pertenece al 10,2% de guatemaltecos que tienen algún tipo de discapacidad y cuentan con muy pocas o ninguna ayuda del estado.
Gracias a nuestro programa Nosotras Lideramos, que apoya a mujeres y niñas en situación de vulnerabilidad para que puedan aprender y tomar el control de su salud y sus derechos sexuales y reproductivos, Floridalma es «otra persona», empoderada y consciente de que la información cambia vidas.
Le preguntamos cómo fue capaz de transformar su vida para mejorarla.
«El apoyo de Nosotras Lideramos y de otros espacios me ha ayudado a crecer como mujer y como persona. Nosotras lideramos nos capacitó para dar talleres. Empezamos con uno sobre «amor propio» porque la gente siempre nos rechazaba, y nos decía que éramos raras, anormales, que deberíamos tener una talla o un color de piel diferentes, y nos hacía sentir que no valíamos nada.
Nuestro objetivo era conseguir que 50 mujeres de la comunidad y de otros lugares asistieran, pero finalmente se presentaron entre 75 y 80″.
¿Cómo fue su inicio en el activismo?
«Yo estaba siempre confinada en casa por mi discapacidad, la falta de accesibilidad y un montón de cosas en la familia como: ‘No hagas esto porque te vas a hacer daño’. Pero yo quería irme de casa. Así que a los 31 años decidí involucrarme en el Colectivo de Mujeres con Capacidad de Soñar a Colores, donde yo era la única mujer con una discapacidad.
Al principio me daba miedo participar, pero con el apoyo de mi hermana, quien siempre me ha animado y es también mi ayudante, me atreví, empecé a aprender y a compartir con otras mujeres.»
¿Cómo ha sido trabajar con Nosotras Lideramos?
«Cuando preguntaron a nuestro colectivo si queríamos participar en el programa, dijimos que sí. Teníamos nuestras dudas, pero empezamos a hacer preguntas. Nos capacitaron para dar talleres. Empezamos con uno sobre «amor propio» porque la gente siempre nos rechazaba, y nos decía que éramos raras, anormales, que deberíamos tener una talla o un color de piel diferentes, y nos hacía sentir que no valíamos nada.
Poco a poco fuimos tratando otros temas, como la menstruación y la planificación familiar, hasta llegar a los derechos sexuales y reproductivos. Nuestro objetivo era conseguir que 50 mujeres de la comunidad y de otros lugares asistieran, pero finalmente se presentaron entre 75 y 80″.
Después empecé a involucrarme más con Nosotras Lideramos. Ahora somos 14 en el grupo de coordinación, la mayoría son indígenas y siete tienen discapacidades. Era muy bonito dar talleres a otras chicas con discapacidad, porque había gente que decía que no podíamos hacerlo. Nosotras no intentamos ser un ejemplo, sino demostrar que podemos hacer lo que sea siempre que lo queramos y nos guste».
¿A qué obstáculos se han tenido que enfrentar?
«La mayoría de las mujeres con discapacidad dependen de su familia. Difícilmente podríamos participar en este programa si nuestra familia se opone o no quiere hablar de derechos reproductivos o de salud porque ‘es pecado’. Por ejemplo, cuando tuve mi primera regla, mi familia no me dijo ni una palabra al respecto. Me dijeron que no lo entendería y que, de todas formas, no era necesario porque nunca iba a vivir mi propia sexualidad, tener un bebé o formar mi propia familia. Así que aún queda mucho trabajo por hacer.
Si a nosotras, que estamos más implicadas en el colectivo, aún nos queda mucho por aprender, imagínense lo que es para las que no pueden salir de sus casas. En los talleres supimos que muchas de las chicas que asisten sufren violencia sexual en casa. Nos complace mucho que se sientan lo suficientemente cómodas como para hablar de temas así de delicados.
Otro obstáculo es el dinero, hay chicas que necesitan dos asistentes, y venir en taxi es complicado».
¿Cuáles son sus metas?
«Quiero seguir aprendiendo, prepararme más y apoyar a más mujeres necesitadas. Es difícil encontrar a alguien en quien confiar, que esté pasando por lo mismo que una, así que es maravilloso cuando alguien te busca porque necesita ayuda.
No es imposible que mi participación en Nosotras Lideramos me ayude a encontrar trabajo y a seguir estudiando. Quiero estudiar derechos humanos.
Gracias a Nosotras Lideramos he conocido gente muy agradable. También se me presentó una gran oportunidad que nunca habría imaginado. Fui a Tailandia a una conferencia sobre planificación familiar a la que asistieron personas de todo el mundo. Ha sido fantástico poder representar a las mujeres indígenas con discapacidad. También ha sido estupendo que la gente vea que existimos, que estamos ahí, que formamos parte del cambio y que queremos que se nos tome en cuenta.
Para mí el cambio ha sido enorme y positivo. La Flory que habla ahora es muy diferente a aquella que entró por primera vez en el colectivo y dijo: ‘No intentes hablar o pensar porque la respuesta será la incorrecta’. El apoyo de Nosotras Lideramos y de otros espacios me ha ayudado a crecer como mujer y como persona. Esto me hace muy feliz porque sé que también yo voy a apoyar a otras mujeres».