Que las palabras nunca me falten para hablar de mujeres #DiversasyPoderosas

Por: Gabriela Melgar Orellana- Oficial de Comunicación Regional-Hivos América Latina

He escuchado muchas veces la entrevista que hice a Gabriela Portillo. Vienen ideas desordenadas a mi cabeza. Soy de las que todavía le gusta ordenarlas en papel y después lidiar con la hoja en blanco en la pantalla. Comienzo este texto intentando describir a una comunidad hondureña que se encuentra ubicada en el norte del territorio: Arenales, habitada principalmente por población indígena Lenca*, se caracteriza por la gente amable que te recibe con calidez, con mujeres fuertes, creativas y resilientes y por la promesa de que siempre vas a comer bien. En el pasado, ninguna organización había hecho trabajo comunitario directo, que incluyera el fortalecimiento de capacidades en emprendimiento, empoderamiento económico, economía feminista y energía renovable. Esto cambió cuando comenzó el Proyecto Energizando el Poder de las Mujeres en Centroamérica, implementado por Hivos y financiado por Global Affairs Canadá.

Ahora un grupo de mujeres está fortaleciendo sus conocimientos y habilidades de negocio para mejorar sus emprendimientos, pero sobre todo romper con los estereotipos y normas de género que aún permean la comunidad y el país. Es desde los ojos de Gabriela, socia del proyecto que forma parte del equipo del Centro de Derechos de las Mujeres -CDM-, que intentaré contarles los cambios que se han gestado a partir del proyecto.

 

Honrar el camino de las ancestras

Gaby, es una mujer que nació hace treinta y cuatro años en Santa Rosa de Copan, una pequeña ciudad ubicada en el occidente de Honduras. Recuerda que desde su adolescencia le interesó participar en grupos de mujeres que se organizaban para defender derechos y transformar las condiciones de desigualdad que impacta la vida de las mujeres en muchos aspectos. Esto le permitió conocer territorios rurales y la inspiró a dedicar su vida a contribuir a la reducción de esas brechas.

Este acercamiento a la realidad, también la motivó a estudiar medicina. Con muchos esfuerzos de su familia logró convertirse en una profesional de la salud y trabajar para que más mujeres conozcan sus derechos sexuales y reproductivos y en promover cambios en los determinantes de salud para garantizar mejoras en los servicios públicos y el pleno goce de estos derechos.

Gaby reconoce a su abuela como una mentora en su vida. Recuerda que en una de sus muchas conversaciones, ella le hacía ver que su generación había nacido con el derecho al voto. En Honduras apenas se cumplen 70 años de que las mujeres han ejercido este derecho. Al retroceder en el tiempo, Gaby ve con admiración cómo esas mujeres se organizaron y ganaron esa lucha, que ha posibilitado a las generaciones nuevas, desde su perspectiva, el derecho universal a la participación ciudadana y al ejercicio mismo de la democracia.

Su abuela no tenía derecho a votar,  su abuela no tenía derecho a métodos anticonceptivos, a la educación y ahora ella sí puede gozar de ellos, su abuela le dice “tú tienes el derecho a decidir, cosa que yo no tenía”. Estas palabras han quedado grabadas en el corazón de Gaby.

Gaby junto a su abuela Alicia Pineda . Foto cortesía: Gabriela Portillo

La historia de su abuela y de la muchas otras mujeres la han motivado a accionar y a reconocer la vida y camino de esas ancestras. Hace unos meses escribió junto a otro grupo de mujeres un libro denominado “Crónicas de la lucha feminista hondureña. Construyendo historia…” para honrar y visibilizar las luchas históricas de las mujeres en Honduras, luchas por la reivindicación de los derechos, las importancia de nombrarlas, lo esencial de los espacios de reflexión y del posicionamiento de las mujeres en la lucha por la garantía y exigibilidad de sus derechos.

 

Nuestros cuerpos, el primer territorio que defendemos

En Honduras el contexto político es sumamente complejo. El país sigue dominando por corrientes conservadoras con gran influencia en el imaginario colectivo. Hablar de derechos sexuales y derechos reproductivos sigue siendo tema censurado y relegado al ámbito privado. Para Gaby es increíble que hasta hace un año las mujeres hondureñas lograran el acceso a la Píldora Anticonceptiva de Emergencia -PAE- y fue gracias al trabajo de incidencia de muchas mujeres y organizaciones que se logró el acceso en los servicios de salud pública. Para ella, la lucha y las reivindicaciones que han tenido las mujeres a lo largo de la historia es motivo suficiente para no dar marcha atrás.

En su labor como médica, ha trabajado fuertemente con parteras indígenas Lencas, quienes desde su mirada aportan sus conocimientos ancestrales al mismo servicio de salud estatal y que su trabajo no es reconocido de forma digna y remunerada. Para ella la lucha por la autonomía del territorio cuerpo no se detiene y se hace todos los días, llevando como estandarte la lucha de todas las mujeres predecesoras

Roles de género y la autonomía económica

Gaby aporta sus conocimientos como educadora y brindando seguimiento técnico al proyecto. Me cuenta que junto al equipo del CDM han utilizado metodologías de educación popular y han adaptado contenidos para crear espacios de reflexión, diálogo y aprendizaje con las mujeres sobre normas de género, economía de cuidado y economía feminista y cómo las mujeres han venido aplicando estos conceptos históricamente, aunque no se nombre como tal.

En los talleres se abordan estos temas para que las mujeres dimensionen y reconozcan que los trabajos del hogar y de cuidado que dedican a sus familias, que muchas veces significan doble o triple jornada de trabajo, es trabajo no remunerado que sostiene la vida y toda la dinámica social y comunitaria.

Cuestionar esos roles de género y hablar de corresponsabilidad en las tareas del hogar y de cuidado ha sido una forma de sensibilizar también a los hombres sobre la corresponsabilidad y redistribución de estos roles. Para Gaby es esencial apostarles a otras masculinidades, pero reconoce que es quizá el mayor desafío, porque los hombres no quieren invertir tiempo. ¡Pero tampoco vamos a andar “educando”! le digo… las dos nos reímos.

Para el Centro de Derechos de las Mujeres, las mujeres están en el centro de las actividades. Son ellas en las que concentran todos sus esfuerzos, en lograr su autonomía y el goce pleno de sus derechos. Para Gaby, que las mujeres comiencen a promover cambios en sus hogares en términos de cuidados y de las labores del hogar es un triunfo colectivo “Es interesante después escucharlas en las reuniones, cuando ellas mismas vienen y dicen, no, ahora ya no pido permiso para asistir, ahora solo informo y digo, no voy a estar disponible porque voy a capacitarme”.

Para promover la autonomía económica de las mujeres el proyecto ha implementado talleres de negocios conscientes, en el que las mujeres se están formando en mejorar sus ideas de negocio, escalarlos y separar sus finanzas personales de las del emprendimiento. Gaby ha visto cambios importantes en la economía de las mujeres de Arenales.

Ellas están asumiendo roles en espacios de toma de decisiones. Están participando en espacios comunitarios y liderando emprendimientos, ya son capaces de generar empleo para sus propios familiares, es emocionante ser testiga de estos cambios, me cuenta.

Defender nuestros derechos, pero también inspirarnos de otras

Siento que quiero escribir todo lo que Gaby me dijo, no quiero obviar ningún detalle. Ella me dice que se considera una soñadora y optimista, que piensa que pequeños granitos de arena hacen montañas, y es cierto. La comunidad de Arenales está creciendo, las mujeres están participando, liderando sus negocios y desafiando las normas de género para lograr su autonomía. Sus palabras respaldan la convicción de que con estos pasos avanzamos hacia la construcción de comunidades y sociedades en las que las mujeres puedan gozar de igualdad económica y justicia económica y poco a poco cerrar las brechas de desigualdad.

Mis últimas reflexiones sobre nuestra conversación me hicieron pensar en lo necesario que es cuestionar lo que aprendemos desde pequeñas. Que el trabajo del hogar y el trabajo de cuidado es amor, pero sabemos que esta narrativa mantenida por el sistema extractivista en el que vivimos le conviene, porque es nuestro trabajo no remunerado el que sostiene a este sistema capitalista, neoliberal y patriarcal.

Reconocer a nuestro linaje femenino es otra forma honrar y sanar, honrarnos y sanarnos a nosotras mismas, cambiar patrones que nos colocan en desventaja y resignificar esa narrativa del amor. Porque sí, las feministas creemos que el amor y la ternura sostienen, pero también es necesario resignificar sus formas. La historia de Gaby me inspiró y me hizo pensar también en las redes de mujeres que nos sostienen y que construimos en nuestra cotidianidad. Mi red es maravillosa y la agradezco infinitamente y le deseo eso a todas las mujeres en el mundo. También pensé en lo reconfortante que es saber, que a pesar de las oleadas conservadoras y los embates patriarcales, nuestros derechos los defendemos colectivamente. Nuestra marea crece y crece y nadie la va a parar. Este #8M, resisto, acuerpo y me inspiro de otras mujeres poderosas ¡Porque esta lucha es colectiva y estamos aquí juntas, juntes! ¡Nos vemos en las calles!

 

 

* Los lencas son un grupo étnico mesoamericano, hablan las llamadas lenguas lencas y ocupan parte del territorio de Honduras y El Salvador desde tiempos precolombinos; habiendo también, en la época precolombina, hablantes en los departamentos nicaragüenses de EstelíNueva Segovia y Jinotega