You can read this blog in english here.
¿Qué se siente crecer en un entorno completamente diferente como mujer transgénero? En el 2017, las personas en los Países Bajos pudieron seguir la vida de la modelo y DJ de Ámsterdam, Valentijn de Hingh (27). La documentalista Hetty Nietsch la siguió desde los siete hasta los diecisiete años para la película “Boyhood”, convirtiéndola en un modelo a seguir para muchas personas transgénero.
En Costa Rica, la infancia de la activista Dayana Hernández (34), fundadora de la ONG Transvida (“Translife”) y socia de Hivos, fue mucho más anónima. Ella no tuvo referentes positivos ni modelos de conducta positivos y exploró la vida como mujer transgénero esencialmente sola.
El pasado mes de setiembre, Pete Wu preguntó a Valentijn y a Dayana sobre las respuestas que recibieron cuando se declararon públicamente y durantes sus procesos de transición, y la manera en que las películas y los medios han jugado un papel importante en la formación de sus identidades.
“No fue un lecho de rosas”
Suena como el sueño de cualquier niña; la rubia y hablantina Valentijn creció en Lelystad, un entorno relativamente seguro, con padres liberales, un hermano menor muy comprensivo y vecinos amables. Pronto se hizo evidente que ella era diferente a los otros niños: quería jugar con muñecas e identificaba con los personajes femeninos de las películas de Walt Disney. “Mis padres siempre fueron muy comprensivos con este tipo de cosas. Ellos decían: ‘Le daremos a Valentijn una Barbie por su cumpleaños’ “.
Sin embargo, para la dulce Dayana de cabello negro, el único entorno seguro que conocía era su familia, la mayoría la aceptó cuando les dijo que se sentía como una niña. Sin embargo, al principio su vida no fue un lecho de rosas. “Su familia le decía: ‘te amamos, eres familia’. Pero me di cuenta de que yo no era la única que empezaba una transición; mi familia tuvo que cambiar conmigo. Para ellos tampoco fue fácil lidiar con un entorno que se burlaba de ellos “.
El mundo exterior es otra historia
A pesar de que la familia de Dayana la aceptaba como una niña, el mundo exterior no lo hacía. Nunca sintió que la trataran de manera diferente, hasta que la sociedad le dijo que era un niño. “Siempre fui femenina, siempre jugaba con otras niñas y me trataban como tal. Pero las personas a mi alrededor me decían que no debía cruzar las piernas porque “los hombres se sientan con las piernas separadas”. Tampoco debía mover las manos o jugar con mi pelo cuando hablaba. Eso fue bastante difícil de escuchar. Yo era muy joven y no sabía cómo explicar cómo me sentía, y los adultos que me rodeaban creían que sólo estaba confundida “.
Valentijn también reconoce estas reacciones divisivas del mundo exterior. En el kinder y en su casa nadie tenía problemas con su comportamiento diferente, pero la primaria “fue el momento en que la división entre niños y niñas se volvió importante. Los niños mayores me decían que era rara y se burlaban de mí. Me decían “¡Princesa! ¡Eres una niña!” y me empujaban contra los arbustos. Los maestros también hablaron con mis padres, les dijeron, “Valentijn actúa de manera muy diferente a los otros muchachos”.
En la escuela de ballet en la que Valentijn bailaba le dijeron que los muchachos tenían un cuerpo particular y un papel específico en el ballet. “Tuve un maestro que me decía cosas como: ‘Tienes que convertirte en un hombre fuerte’. Esa no era yo, así que decidí dejar de asistir”.
Crímenes de odio en contra de las personas transgénero
Un día, los padres de Valentijn leyeron un artículo en la revista para mujeres Libelle sobre niñas y niños que eran asesorados desde temprana edad por personas especializadas en niños y niñas con disforia de género y decidieron sacar una cita para Valentijn con un psicólogo. Sus padres esperaban encontrar una respuesta. Valentijn pronto aprendió el término “transgénero” y pudo explicarles a los otros lo que ella era con ayuda de ese término.
“Cada vez que entraba a una nueva clase, le contaba a la gente lo que estaba sucediendo en mi vida. Para las personas fuera de mi entorno directo todo aquello era algo nuevo, pero cuando quitas esa nueva parte, se convierte en algo de lo que se puede hablar. Una vez que se habla, la gente de alguna manera lo puede comprender”.
Por el otro lado, los padres de Dayana no eran tan abiertos y el ambiente no era muy propicio. Ella tuvo que averiguar sobre estas cosas por sí sola. Según ella, el mayor problema en Latinoamérica es la falta de información con relación a personas transgénero. “En esa época ni siquiera teníamos internet. Tuve que descubrir todo por mí misma, paso a paso, y hacer lo que creía que era mejor. Eso fue muy duro. Crecí con tristeza e inseguridades. Me deprimí por causa de mi confusión. Tengo un pene, pero me siento como una mujer. Y a mi alrededor veía y escuchaba sobre crímenes de odio en contra de mujeres transgénero “.
“Nunca creí que iba a terminar viviendo en la calle”
Además, Dayana no tuvo modelos positivos a los que seguir. “Todos lo que salía en los medios de comunicación sobre personas transgénero era negativo o hablaba sobre discriminación. Recuerdo que en las noticias hablaban sobre lo que llamaban travestis. Una vez encontraron el cuerpo de un niño y dijeron que el niño llevaba un vestido. Todas las noticias que veíamos eran sobre los peligros del mundo para las personas transgénero. Ahora, me siento feliz con lo que soy, pero me hubiera gustado tener un modelo a seguir cuando crecía”.
Las únicas otras personas transgénero que Dayana conoció durante la secundaria eran mujeres que trabajaban en las calles como prostitutas. Al igual que muchas niñas transgénero en Costa Rica, Dayana tuvo que soportar discriminación en la escuela, y al igual que muchas otras personas transgénero en entornos desfavorecidos, también terminó trabajando en las calles como prostituta. “No es que lo que queríamos hacer, pero la discriminación y la sociedad nos obligaron a hacerlo. Lloré muchas veces por culpa de eso. Nunca pensé que terminaría vendiendo mi cuerpo en la calle “.
Valentijn solo vio algunas pocas representaciones positivas de personas transgénero en los medios de comunicación holandeses. La única película que Valentijn vio cuando era niña fue Ma vie en rose, una película francesa que trata sobre un niño que quería ser niña y hacer el papel de Blancanieves en la obra de la escuela. En cierto punto de la película, al niño le cortan el pelo y sus padres dejan el vecindario por causa de actitudes intimidatorias. “Esa película me asustaba e inquietaba de niña. Fue la primera vez que vi algo que mostraba que las niñas transgénero no eran normales y que sus familias podían sufrir también por causa de ello. Entendí que ese era el propósito de la película, pero al mismo tiempo sabía que mi situación era diferente. Aun así, siempre estaba presente en mi mente “.
Orgullosas de ser transgénero
Tanto Valentijn como Dayana coinciden en que las cosas están mejorando en la representación de las personas transgénero en los medios de comunicación. Aun así, de acuerdo con Valentijn, queda mucho trabajo por hacer: “Transparent es un buen ejemplo; es un programa de televisión que trata sobre alguien que tiene un padre que se declaró como mujer transgénero en una etapa muy avanzada de su vida. La mayoría de los retratos de personas transgénero están hechos y enmarcados por artistas y narradores que no son transgénero. Tenemos que estar conscientes de eso “.
Dayana: “Hoy en día, los medios en Costa Rica funcionan como magia: puedes buscar en Google información sobre tu cuerpo muy fácilmente: los documentales en HBO y Discovery Channel son muy educativos. Nosotras en Transvida, nos valemos de los canales de noticias como una plataforma para proclamar la igualdad de derechos para las personas transgénero. ¡He estado en todos los canales aquí!
Eso transmite una impresión positiva, especialmente para las sobrinas pequeñas de Dayana. “Siempre gritan: ‘Tía, tía, te vimos en la televisión.’ Ahora, los jóvenes me tratan como una mujer. Todavía noto que la gente me vuelve a ver en la calle, pero ahora puedo decir con orgullo que soy transexual. Y eso lo vale todo “.
Valentijn de Hingh organizó una velada sobre asuntos de género en los medios durante el Festival de Cine Holandés del 2017, la cual fue posible en parte gracias a Hivos. Hivos lucha por la igualdad de oportunidades y derechos para lesbianas, homosexuales, bisexuales y personas transgénero en países como Costa Rica, donde apoyamos el trabajo que Dayana y Transvida llevan a cabo.