Por: Carolina Zambrano-Barragán
La gente a menudo siente que el cambio climático es difícil de comprender y asimilar. He oído que es «demasiado técnico, demasiado intangible o demasiado complicado» para que nos importe. Como madre latinoamericana de dos hijos, confieso que, para mí, entender el cambio climático es cada vez más sencillo. Me basta con tratar de imaginar el mundo en el que vivirán mis hijos en 2050 si no hacemos nada ahora, e inmediatamente comprendo la necesidad urgente de una acción climática global decisiva y transformadora.
El informe del Grupo de Trabajo II del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC WGII, en inglés) sobre Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad, publicado el 28 de febrero, nos da una visión más clara de dónde estamos ahora y cómo podría ser nuestro futuro. Después de leer el Resumen para Responsables de Políticas y diferentes secciones del informe, traté de imaginar lo que sus hallazgos significarían para la vida de mi hija Maya. Maya es una niña de seis años que vive en Quito, una ciudad en las montañas andinas. En 2050 tendrá 35 años y quiere ser exploradora.
El informe del IPCC, descrito como «un atlas del sufrimiento humano» por Antonio Guterres, el Secretario General de la ONU, y como un «baño de realidad (reality check) » por Debra Roberts, del IPCC, me enseñó lo siguiente:
El presente de Maya:
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Como niña ecuatoriana, Maya es más vulnerable al cambio climático. El género y otras desigualdades sociales (como su raza, edad y ubicación geográfica) aumentan su vulnerabilidad y determinan su capacidad de adaptación a los impactos actuales y futuros.
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Al igual que otros 3.300 a 3.600 millones de personas en el mundo, Maya y nuestra familia vivimos en un país vulnerable. Actualmente, alrededor del 40% de la población mundial vive en circunstancias que hacen a las personas más vulnerables, por ejemplo, la pobreza, las desigualdades y débiles estructuras de gobernanza. Las diferencias son tales que las tasas de mortalidad a causa de fenómenos hidrometeorológicos extremos son 15 veces mayores en las regiones más vulnerables.
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Desde su nacimiento, Maya ha sido testigo de graves sequías e incendios en la selva amazónica, del rápido retroceso de los glaciares en los Andes y de la pérdida de vidas e infraestructuras como consecuencia de grandes deslizamientos de tierra en Quito.
El futuro de Maya:
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Incluso con un aumento en la temperatura media de 1,5ºC, que los gobiernos han acordado como «seguro», la población que se verá afectada por las inundaciones en Ecuador aumentará en un 300%.
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Si Maya se quedara en Quito, podría sufrir escasez de agua debido a la gran dependencia de nuestra ciudad de los páramos y de los glaciares para obtener agua potable y mantener el equilibrio hídrico.
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Maya también podría estar más expuesta al dengue, la malaria y otras enfermedades transmitidas por vectores. Debido a los cambios en la temperatura y las precipitaciones, los mosquitos como el Aedes aegypti se desplazarán a lugares en los que antes no podían sobrevivir.
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Es posible que, aunque Maya se convierta en exploradora, nunca llegue a ver un arrecife de coral vivo o a estudiar las ranas de la selva amazónica. El aumento en la temperatura del agua y los fenómenos meteorológicos extremos ponen en peligro a los arrecifes de coral, y la deforestación y los incendios forestales amenazan con convertir a la Amazonía en una sabana.
Confieso que leer el Informe IPCC WG2 me ha llenado de tristeza, ansiedad y enojo. Sin embargo, como dijo mi amiga Natalie recientemente «Esto es un choque con la realidad, no un game over«. Aunque algunas pérdidas y daños causados por el cambio climático ya son irreversibles, todavía nos queda «una breve y rápida ventana de oportunidad para asegurar un futuro habitable y sostenible para todos«, según la declaración final del IPCC. Por eso, ante tal urgencia, lo único que puedo hacer como persona y como parte de Hivos es traducir mis sentimientos en acciones.
Es posible que Maya nunca llegue a ver un arrecife de coral vivo o a estudiar las ranas de la selva amazónica.
Entonces ¿Cómo vemos la acción climática?
El informe del IPCC sobre Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad reafirma la premisa básica de nuestro trabajo en materia de Justicia Climática: es necesario poner la justicia, la equidad y los derechos humanos en el centro de la acción climática global. Esto sólo se puede conseguir enfocando la acción climática en las prioridades y capacidades de los grupos más vulnerables al cambio climático. Desde nuestra perspectiva, lograr un desarrollo resiliente al clima requiere trabajar en tres áreas principales.
1. La construcción de poder e influencia política:
El IPCC destaca el papel clave de la gobernanza inclusiva para lograr resultados de adaptación más efectivos y duraderos y permitir un desarrollo resiliente al clima. En Hivos, por ejemplo, con nuestros programas Todos los Ojos en la Amazonía y Voces por la Acción Climática, trabajamos para agrupar a diversos titulares de derechos y movimientos para que puedan presionar a los gobiernos y al sector privado, involucrarse en los procesos de toma de decisiones relacionados con el cambio climático y hacer que los responsables rindan cuentas. Esto incluye el trabajo en la construcción de movimientos y la representación desde el nivel local hasta el internacional, con un enfoque especial en las mujeres, los jóvenes, los pueblos indígenas y los pobres urbanos.
2. La reorientación de los flujos financieros hacia el desarrollo resiliente al clima:
El acceso equitativo al financiamiento, la tecnología y los mercados facilita la adaptación y el desarrollo resiliente al clima. A través de programas como Voces por la Acción Climática, ENERGIA y Green Works, apoyamos el compromiso programático y político para garantizar una acción climática justa en torno a: i) la influencia en la arquitectura del financiamiento climático mundial para que pueda apoyar adecuada y justamente a las personas y comunidades más afectadas por el cambio climático (dando prioridad a la adaptación); ii) la promoción de la inversión y la creación de empleos en soluciones locales para el clima y las energías limpias impulsadas por mujeres, jóvenes y grupos marginados en el Sur Global.
3. Inspirar y movilizar la acción cívica:
La creación de conciencia pública y política con respecto a los impactos climáticos, los riesgos y sus vínculos con la justicia social son la base de la adaptación y el desarrollo resiliente al clima. En medio de la desinformación, los vacíos de conocimiento y las múltiples crisis, trabajamos con diversas voces y movimientos para reformular las narrativas climáticas a nivel local, nacional e internacional. Buscamos invertir en comunicaciones estratégicas dirigidas a la cultura popular y amplificar las voces de los diferentes titulares de derechos para impulsar una acción climática transformadora.
Esperanza y acciones sencillas que impulsen el cambio
Hoy le pedí a Maya que me dijera cómo cree que será su mundo cuando tenga 35 años. «Imagino más ríos azules, muchos arcoíris, y me veo rodeada de muchos animales. También quiero trabajar en mi escuela». Sus palabras, sus sueños y su capacidad de conectar con la naturaleza me dan esperanza todos los días. Además de mi trabajo en Hivos, también trato de impulsar el cambio como madre y como miembro de mi comunidad. Creo que si hacemos algunas cosas sencillas podemos ayudar. Yo hablo con mi familia y mis amigos sobre la crisis climática y sus impactos, les enseño a mis hijos a escuchar y a preocuparse por los grupos más marginados y vulnerables, y los guío para que puedan convertirse en actores políticos capaces de exigir cambios. Como familia, también procuramos minimizar nuestro impacto en el ambiente y explorar y disfrutar de la naturaleza tanto como sea posible. Con estas acciones esperamos evitar que se cierre la ventana a las exploraciones futuras de Maya en un mundo habitable y sostenible.