Yulissa Trigoso abre el camino para mujeres jóvenes defensoras de territorio

Texto por Nora Sánchez, Oficial de comunicación

La comunidad nativa de Diamante está ubicada en la parte alta del Río de Madre de Dios en la provincia del Manu en el Perú. En ella viven más de 400 indígenas pertenecientes a los Pueblos Yine y Machiguenga repartidos en una extensión de 24 mil hectáreas de selva amazónica.

Yulissa Trigoso, pertenece al pueblo Yine, que en su lengua nativa se traduce como ‘verdaderos hombres’, ‘ser humano’ o ‘gente por excelencia’. Ella lleva con orgullo esa distinción y ha hecho de su propósito que más personas conozcan sobre su cultura, su comunidad y su ascendencia milenaria, pero esa labor no ha sido fácil.

Yulissa habla muy frontalmente sobre la discriminación y racismo al que ha tenido que enfrentarse toda su vida; en especial al ir a la Universidad en la ciudad. “Un día me dijeron “nativa tira flecha”. Esos comentarios jamás me hicieron sentir menos, todo lo contrario, me esforcé el doble porque conozcan de donde vengo y me esforcé el doble para estudiar lo que yo quiero”.

Ese esfuerzo se vio reflejado durante el Programa de Liderazgo con enfoque de género promovido por Hivos, la Universidad Andina Simón Bolívar y la COICA; un espacio en el que 46 jóvenes indígenas de diferentes pueblos y nacionalidades de la Amazonía peruana y ecuatoriana participaron de una Certificación en Cambio Climático y Sustentabilidad, capacitaciones en el uso de tecnología para defensa del territorio; reuniones internacionales y espacios de intercambio entre jóvenes indígenas. Yulissa fue una de ellas.

Ahora, a sus 25 años y con los aprendizajes adquiridos en el programa, Yulissa es dirigente de la Organización de Jóvenes Indígenas de Madre de Dios (OJEIMAD), espacio desde el cual motiva a las y los jóvenes indígenas de su comunidad para que lleven con orgullo su identidad indígena y nunca dejen de capacitarse en pro de la defensa de sus derechos.

“A los jóvenes del mundo les quiero decir que nos unamos para salvar nuestro territorio”

Durante el programa, Yulissa intercambió experiencias, casos de éxito y muchos aprendizajes con jóvenes indígenas pertenecientes a más de 10 pueblos y nacionalidades de la Amazonía. Tiene claras las problemáticas y debilidades que comparten con otros grupos indígenas, pero también sabe de sus fortalezas. Para ella, es fundamental que los pueblos indígenas estén mejor organizados y sean parte de la conversación global sobre el Cambio Climático, promoviendo alternativas de adaptación para problemáticas como la deforestación, la tala ilegal, la minería, la extracción indiscriminada de recursos naturales, etc.

“Los pueblos indígenas estamos trabajando por mantener la riqueza de nuestra cultura y nuestros bosques. Hago un llamado para que esta misión no sea solo de los pueblos indígenas sino de todas las personas del mundo, las que viven en la ciudad y en el campo, porque la naturaleza es vida”. ¿Cómo lo hace? Yulissa y su comunidad fomentan alternativas como el turismo comunitario, la reforestación y la educación sostenible en las instituciones educativas.

Las mujeres también defendemos el territorio

Sobre la experiencia de encontrarse y conocerse con jóvenes indígenas de diferentes comunidades de la Amazonía, Yulissa se sorprendió al descubrir que el rol de la mujer no siempre es reconocido. “Vengo de una cultura matriarcal – las mujeres mandan y toman las decisiones- sin embargo, al salir de mi comunidad me choqué con una pared, en donde es más fuerte el liderazgo de los varones y la participación de la mujer es más limitado”. Por eso, desde los espacios más reducidos, en conversaciones individuales con pares y hasta en eventos con mayor visibilidad, como el Congreso de América Latina para la Protección de Áreas Protegidas (CAPLAC), Yulissa repite constantemente que el rol de las mujeres en las comunidades y las organizaciones debe ser activo, siempre presente, a nivel comunitario y organizacional.

“Hay que involucrar a las mujeres en todos los temas, la mujer tiene un papel muy importante en nuestra sociedad, porque mientras que los hombres salen a las ciudades, las mujeres se quedan en territorio, tomando decisiones para la protección de la naturaleza y la revaloración cultural”.

La unión hace la fuerza. Por eso, es tiempo que no sólo se tome la participación de los pueblos indígenas, sino también de las mujeres, las y los jóvenes, y su conocimiento ancestral para ser más fuertes y desarrollar propuestas más claras. “Hago un llamado a que nos unamos todos, varones, mujeres, sabios, jóvenes, a trabajar en conjunto por defender nuestras comunidades y la naturaleza que nos rodea”.

Mujeres sin límites

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