Aprendiendo a salvar vidas escuchando a los habitantes de la Amazonía

abril 5, 2022

Traducción al español de estudio de caso publicado por la Fundación Rockefeller en: https://www.rockefellerfoundation.org/case-study/saving-lives-while-listening-in-the-amazon-basin/ 

Cuando José Irumenga, de 27 años, comenzó a hablar con su pequeña comunidad indígena en la Amazonía ecuatoriana sobre el uso de la medicina occidental, incluidas las vacunas, para combatir una nueva enfermedad nacida en una costa lejana, sus desconfiados vecinos advirtieron que si alguno de ellos sufría algún daño, lo matarían.

Irumenga tomó la amenaza en serio; incluso consideró abandonar su misión de apoyar con una respuesta integral y equitativa ante el Covid-19 en la Amazonía. “Pero luego me dije a mí mismo: vengo con la verdad”, dijo Irumenga, quien fue capacitado para ser promotor de salud por Hivos, con el apoyo financiero de la Fundación Rockefeller.  Pudo luchar contra su miedo y persistió.

Brigada de vacunación en Comunidad Tiwino Waorani. Cortesía de José Irumenga

Hoy, toda su comunidad de 845 personas está completamente vacunada y él supervisa las vacunas de refuerzo, gracias al trabajo de Hivos, que en coordinación con organizaciones indígenas en Ecuador, Brasil y Perú implementó la Ruta de Salud Indígena de la Amazonía.

Conectando organizaciones indígenas a sistemas nacionales/locales de salud

 

Este modelo, una red de atención médica integrada, sustentada en la comunicación intercultural y enfocaada en los derechos de los pueblos indígenas, ha llegado a unas 340.000 personas en la Amazonía, dice María Moreno de los Ríos, gerente de programas de Hivos, una organización internacional sin fines de lucro fundada en 1968.

Algunos resultados de la Ruta:

  • 134 promotores comunitarios de salud capacitados
  • 18 rutas de acceso a la salud
  • Medidas de prevención y cuidado culturalmente adaptadas
  • Un aplicativo de vigilancia epidemiológica comunitaria
  • Más…

En total, Hivos y sus organizaciones socias capacitaron a 134 promotores comunitarios de salud en tres países, desarrollaron 18 hojas de ruta para mejorar el acceso a la atención médica, crearon material relativo al Covid adaptado culturalmente y desarrollaron una aplicación de vigilancia epidemiológica que se basa en la comunidad y proporciona datos a los líderes indígenas para la toma de decisiones.

En Ecuador, la líder de la estrategia Covid-19 en HIVOS brindó asesoría técnica al Ministerio de Salud para desarrollar los lineamientos logísticos el programa nacional de vacunación para población indígena.

Llegar a tantas personas en áreas de difícil acceso requirió una estrecha colaboración con la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (CONFENIAE) y el Ministerio de Salud, dice Moreno de los Ríos, señalando que crear un puente confiable entre los dos fue uno de los mayores logros del proyecto.

Vacunación de un Pekenani en la Comunidad Tiwino Waorani. Cortesía del Ministerio de Salud Pública del Ecuador

Una oportunidad oculta en un desafío

Cuando llegó el Covid-19, Hivos decidió considerarlo tanto una oportunidad como un desafío. “Decidimos tomar acciones que contribuirían no solo a las necesidades inmediatas, sino a los cambios estructurales, para que el sistema pudiera ayudar con respuestas ante la pandemia de Covid-19 y en la atención médica de rutina”, dijo Moreno de los Ríos.

Escuchar a los habitantes en territorio destacó las diferencias de valores culturales y el énfasis de las comunidades indígenas en la coexistencia con la naturaleza y la conexión con la tierra.

Incluso cuando estas comunidades decidieron buscar la intervención médica occidental, enfrentaron varios problemas prácticos que se interpusieron en el camino de una respuesta amplia y exitosa ante el Covid-19, como por ejemplo centros médicos de difícil acceso debido a la compleja realidad geográfica de la Amazonía, problemas de desconfianza derivados de la interacción con personal médico no capacitado en un enfoque intercultural, y la desorganización que resultó en el envío de pacientes a centros muy distantes o no equipados para atender sus necesidades particulares.

Hivos y sus organizaciones socias decidieron que el mejor enfoque sería fortalecer la capacidad de los promotores de salud comunitarios indígenas para que pudieran servir como un puente para sus comunidades entre el conocimiento ancestral y la medicina occidental, y ayudarlos a implementar un sistema de rastreo de contactos comunitarios con sensibilidad cultural.

“Este ha sido un proceso de dos vías. Como médico, he aprendido mucho de los promotores de salud. Debemos valorar la sabiduría que poseen y trabajar con estos dos subsistemas de conocimiento que no son opuestos sino complementarios”, dijo Patricia Granja, experta sénior en salud y líder de la estrategia de COVID-19 en Hivos.

Priorizar la comprensión de la cultura de cada comunidad

Antes de desarrollar sus mensajes y estrategias de prevención y atención en torno a las vacunas, la Ruta de Salud Indígena de la Amazonía estableció diálogos para comprender las perspectivas indígenas, no solo con respecto al Covid-19, sino a la atención médica en general.

Representantes de las nacionalidades de la Amazonía ecuatoriana durante diálogos. Cortesía de CONFENIAE

“Este fue un proceso de escucha, para entender sus dudas y enfoques, y al mismo tiempo compartir nuestra visión. En ese diálogo horizontal no siempre estuvimos de acuerdo, pero logramos encontrar objetivos comunes”, dijo Granja. “Ninguna política va a ser efectiva si no está coordinada con la comunidad y si la comunidad no participa en la planificación, implementación y evaluación”.

Irumenga está de acuerdo, los pueblos indígenas han estado viviendo en la Amazonía durante miles de años, acumulando poco a poco un conocimiento detallado del bosque amazónico, las plantas y los animales nativos y sobre cómo sobrevivir y prosperar en ese entorno. Su comunidad está a 75 millas (aprox 120 km) de distancia del hospital más cercano, por lo que la autosuficiencia es clave. También veneran al bosque que les ha dado todo lo que necesitan, dice Irumenga.

Aunque está agradecido por el papel que han jugado las vacunas en su comunidad, todavía cree profundamente en el poder de la medicina ancestral y cuida su propia presión arterial alta con una mezcla de uña de gato, agua de montaña, ortiga, hierbas de montaña y mentol.

“Deberíamos tratarnos con una mezcla de medicina ancestral y medicina occidental”, dice. “No es lo uno o lo otro. La selva y la Madre Tierra tienen mucho de lo que necesitamos para mantenernos a salvo. Los médicos occidentales no podrán entender este concepto hasta que abran sus mentes”.

Una familia de curanderos por generaciones

Indira Vargas, de 30 años, es otra promotora de salud capacitada por el programa que vive en la provincia de Pastaza, en el centro de Ecuador. Llega a su trabajo con naturalidad; sus abuelos eran curanderos que creían que lo sobrenatural también podía afectar el alma y la salud. Su abuela también se desempeñó como partera de la comunidad, usando plantas para calmar los dolores del embarazo y ayudar a las mujeres a dar a luz. No creían en la eficacia de la medicina occidental.

Cuando contrajo un caso grave de Covid y tuvo que recorrer muchos kilómetros para estar hospitalizada varios días, “mi madre y mis tías se asustaron mucho. Dijeron “No puedes ir al hospital; ahí te van a matar’”.

Cuando regresó, pudo compartir de primera mano cómo le había ayudado la medicina occidental.

“Sí creemos que la Ruta de la Salud ha contribuido a mitigar el impacto de la enfermedad en las comunidades. También ha generado una reflexión sobre los determinantes de la salud y las presiones en los territorios. Necesitamos este tipo de iniciativas que den paso a modelos donde la interculturalidad deje de ser un mero discurso”, dijo Granja.

“Cuando comenzó la pandemia, mi comunidad sintió que el gobierno no priorizó sus necesidades. Se sintieron excluidos e ignorados. Gracias a este trabajo, ahora se sienten parte de una lucha global”, dice Indira. Para principios de 2022, todos en su comunidad, excepto los niños, estarán completamente vacunados.

“Creo que efectivamente el trabajo de la Ruta de Salud Indígena Amazónica ha salvado vidas”, concluye.

Ella no ha rechazado las creencias de sus abuelos en la medicina ancestral, pero está trabajando para ampliar las perspectivas para que el enfoque de salud de sus vecinos pueda incluir prácticas occidentales.

Mujeres de la nacionalidad Kichwa en Pastaza. Cortesía de Indira Vargas

“Las cosas están cambiando generacionalmente. Soy feminista, trabajo como promotora de salud y mi esposo también tiene visión de futuro”, dice. “Nuestra hija va a crecer con una visión más amplia de la vida”.


Conoce más sobre la Ruta de la Salud Indígena Amazónica en: Ruta de la Salud Indígena Amazónica